ALTER EGO
Todo tu óxido no es más
que mi saliva.
Escupo tu cara y tu cuerpo plano
como el parto de una fotocopia.
Tengo en tu espejo, querida,
la incandescencia de una piedra preciosa,
la profundidad de un carbón silencioso
y el albur de un dado redondo.
En ti,
todo es posible y verdad.
Confío en ti
como en el precipicio anterior a las nubes:
cierro los ojos y me dejo caer.
Siento lo que, imagino,
siente la hoja del libro al ser pasada.